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Enrique Amarante Director de la Escuela de Fútbol Argentino www.elpotrero.com.ar

diciembre 14, 2006

LA VOLPE Y UNO DE LOS FRACASOS MÁS GRANDE DE LA HISTORIA


Por Sergio Levinsky


Si existe una oportunidad para recordar la máxima que dice que el fútbol es un deporte sencillo, simple, es ésta de la final que acaba de concluir con el título de campeón para Estudiantes de La Plata, ganador con total justicia. Porque aunque el cuadro platense ganó bien la final y su campaña fue notable en las últimas doce fechas del Torneo Apertura, lo cierto es que es Boca Juniors el que lo pierde casi en el mismo sentido de que su rival de la final lo ganó, y se podría decir aun algo más: este torneo tiene más fuerza en acentuar quién lo perdió antes que quien lo ganó.
Pocas veces en la historia de un torneo de fútbol en Argentina hubo un final más anunciado que éste en cuanto a que Boca arrasaría con todo. Los antecedentes de un plantel rico en lo técnico y millonario desde el valor, sumado a la tranquilidad de un bicampeonato inmediatamente anterior, y un entrenadory un entrenador como Alfio Basile, que la había encontrado la vuelta a un sistema en base a un juego simple, con un esquema con cuatro defensores, tres volantes, un enganche y dos delanteros goleadores, generaban incluso cierto aburrimiento a la hora de pensar en el mes de diciembre y el desenlace.
Por eso, cuando Julio Grondona, presidente de la AFA, le quitó a Boca a Basile, aceptado con insólita pasividad por la dirigencia xeneize cuando bien pudo el técnico haber comenzado su ciclo en la selección argentina desde el 1 de enero de 2007, dados los dos insulsos amistosos organizados desde que se fuera de Boca el pasado 15 de setiembre, el único dilema, y por cierto sin demasiadas complicaciones, era si la comisión directiva boquense contrataría a un entrenador que continuara con el esquema ganador, y quién, en todo caso, era el mejor garante de ese sistema. Se pensó en un intermedio con Jorge Ribolzi, un hombre ganador en aquel Boca de Juan Carlos Lorenzo en los setenta, y miembro del cuerpo técnico de Basile, pero cuando todo parecía acordado apareció la lengua de Diego Maradona, ensoberbecido por aquella sugerencia exitosa, sobre la elección de Basile. Aquella presión de Maradona determinó una nueva búsqueda, que terminó en la ya conocida oferta a Ricardo La Volpe, rechazada primero con un argumento noble, como el de no conocer bien el fútbol argentino, pero aceptada luego ya de manera extraña a los pocos días, demasiado escasos como para conocer lo que no se conocía antes.
Y allí comenzó un dislate que tuvo un final anunciado ayer en el estadio José Amalfitani, cuando la sumatoria total de dislates de distinto tipo, le quitaron un título que Boca tenía sellado, amarrado, y prácticamente pasado al archivo.
Los dislates a los que nos referimos fueron muchos, como el de colocar demasiados chicos con inmenso futuro pero verdes aún para primera división, la prescindencia de figuras claves en la historia de Boca, como el Mellizo Guillermo Barros Schelotto, que sólo jugó parte de la final por el peso de los referentes que así se lo exigieron a un entrenador que se encontraba ya en un estado de confusión total, o las referencias, con cuatro puntos de ventaja a dos fechas del final, a la posibilidad de perder, algo poco común en la historia del club, y que no sólo generó dudas en los suyos, sino que agrandó a los riales, que comenzaron a darse cuenta de que lo mágico era posible. Y claro que lo fue, porque el fútbol es, hoy más que nunca, un estado de ánimo.
Pero hay un dislate que por lejos venció a todos los demás, a lo ancho que terminó siendo un equipo que con Basile se recitaba de memoria, a la cantidad de juveniles y a la falta de referentes, o al exceso de polémicas y exposición mediática de La Volpe: y es el de no haber dejado todo como estaba, con la sencillez que tiene el fútbol cuando un equipo logra el funcionamiento aceitado que tantas veces persigue un director técnico y que tan pocas veces encuentra, por lo corto de los plazos de nuestro fútbol, por la irregularidad de los torneos, y porque los jugadores buenos suelen emigrar con inmediatez. Gracias a su floreciente situación económica, Boca logró en este tiempo retener a sus principales figuras, y Basile demostró su capacidad encontrando una fórmula que con sólo repetirla en la misma dosis, hubiera conducido al campeonato con tanta certeza, que hubiera incluso aburrido.
Y allí apareció lo que siempre da lugar a una estéril polémica, porque los hechos lo sigue demostrando. Aparecieron en escena los que en vez de buscar la sencillez, elogiaron los extraños movimientos de La Volpe, que terminaron generando el milagro de desarticular lo ya articulado con tanto esfuerzo, sumado a la confusión que generó que un día, Jesús Dáttolo no lo entendía y luego aparecía jugando, que José Calvo no hacía méritos para ser titular y apareció en el equipo principal nada menos que en la fecha final ante Lanús, marcó con tres defensores, con cuatro y hasta con cinco. Muchos experimentos de laboratorio, tan bien vistos por un sector de mucho peso en los medios que sigue creyendo que el fútbol es una ciencia complicada, en vez de un deporte sencillo, en el que el cuatro debe jugar de cuatro, tan sencillo como eso, y el cinco, de cinco, y el seis, de seis…..
El propio Diego Simeone, el mismo que en Racing no pudo trabajar, que parecía que no servía como técnico, ahora es un neto ganador con Estudiantes. ¿Milagro? Más bien voluntad, deseo, mística ganadora, pero por sobre todas las cosas, jugadores, como Verón, Calderón, Pavone. Sosa, y cada uno, jugando en la posición que sabe, y no diciendo que hay chances de perder, sino apostando sólo a ganar. Así se forjan los ganadores, los que hacen historia. Y así terminan los que experimentan, dan miles de vueltas sobre algo sencillo. Porque el fútbol es arte, no es ciencia. La gente no paga para ver un tubo de ensayo, sino un espectáculo, que tiene el componente de la competencia, pero al triunfo se llega con mística ganadora, y con un buen funcionamiento, que por lo general, parte de la mismísima sencillez de los buenos jugadores, jugando en el lugar que mejor lo saben hacer, y con un entrenador que piensa más en esto que en su propia exposición, aunque haya sido honesto y haya muerto con la suya. En el fútbol, no es demasiado. Son muchos los que mueren, pero sólo quedan en el recuerdo los que anteponen la vida y generan algo en nosotros. Y a veces, es más sencillo de lo que parece. La Volpe, acaso ayer, lo haya descubierto, aunque para Boca haya sido tarde.

diciembre 13, 2006

ESTUDIANTES UN GRAN CAMPEÓN


ESTUDIANTES,

UN GRAN CAMPEON

Por Guillermo Tagliaferri

Tan sorpresivo como merecido resultó el flamante campeón del Apertura argentino. Sorprendió porque el título parecía resuelto por el paso regular y firme, más alla de sus altibajos, y la ventaja numérica que llevaba Boca. Y hubo merecimientos porque Estudiantes fue el mejor equipo del torneo, en cuanto a juego y efectividad. Se mostró como el conjunto mejor ordenado y parado tácticamente de los veinte participantes del torneo argentino, el equipo con mayor vértigo ofensivo y el elenco que mayor temperamento exhibió. Para reforzar estos conceptos alcanza con las estadísticas: de sus trece últimos partidos, incluída la final, ganó doce y empató el otro. Impresionante, realmente.

En la finalísima, Boca, apuntalado por el gol de Martín Palermo a los 3 minutos, fue superior en el primer tiempo, pero en la segunda etapa Estudiantes con mucho juego y "huevos" lo dio vuelta. Desató la enorme fiesta de sus fieles hinchas con un tiro libre magníficamente ejecutado por José Sosa y una guapeza de Mariano Pavone. Así Estudiantes de La Plata conquistó su cuarto título nacional. Igual que durante su campaña en las fechas anteriores, alternando brillo y angustia, ya que sumó una importante cantidad de puntos sobre la hora, muestra que jamás se da por vencido y que se sobrepone a los problemas.

Diego Simeone, que en su última etapa como técnico de Racing, había demostrado su capacidad orientadora, fue el brillante conductor. Inteligente y ganador. Criterioso y audaz. Tuvo un técnico alterno adentro de la cancha en Juan Sebastián Verón, un jugador totalmente identicado con Estudiantes, que desparramó en su regreso toda la experiencia cosechada en canchas europeas. Jugó de volante central, por derecha o por izquierda, siempre dandole identidad y fisonomía al equipo. Pero la "Brujita" fue una pieza dentro de un cohesionado esquema colectivo, que tuvo otras individualidades rutilantes. Agustín Alayes con todo el empuje desde el fondo y sus cabezazos fulminantes en el área rival, el despliegue de Rodrigo Braña, la calidad de José Sosa, la capacidad goleadora de Mariano Pavone (metió 11) y José Luis Calderón (convirtió 6). En realidad, habría que nombrar a los once y a los suplentes que siempre respondieron.

Metropolitano 1967 y 1982, Nacional 1983 y ahora Apertura 2006, los festejos domésticos de un Estudiantes, que también cosechó mucha gloria internacional (Copa Libertadores 1968, 69 y 70, Intercontinental 68 e Interamericana 68). Esta última le puso un broche emotivo y digno a un campeonato que estuvo signado por hechos negativos como violencia, desorganización, postergaciones y sospechas. Al menos terminó con un gran campeón.



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